Es una luna a medio menguar,
la que se ve por la ventana;
la cocina está a oscuras,
salvo por la claridad que emite
la única hornalla encendida,
suficiente para no dudar
que lo que yace junto a la botella
es una zanahoria,
y no dudar tampoco del objeto
que la hiere hasta lo más profundo:
un escarbadiente,
símbolo de la precisión del destino que
créase o no,
tienen marcado puntualmente
hasta las zanahorias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me emociona recordar la gestación de este poema. Abrazo, Ana Maugeri.
Publicar un comentario